¿Qué ocurre cuando tras contratar un producto financiero el inversor no recibe de vuelta la inversión en el tiempo y cantidad estipulados por contrato? Lo que ocurre es que surge el riesgo de crédito, el cual mide la posibilidad de impago por parte del prestatario. Las empresas de créditos -financieras online o bancos- utilizan diariamente la emisión de Historiales de Crédito que son Informes emitidos por una entidad especializada donde se detalla el historial de pagos e impagos de una persona. Es un instrumento utilizado por los bancos para evaluar la solvencia y capacidad de pago del solicitante de un préstamo. Es la suma de los antecedentes financieros de un consumidor. Para entender mejor estos conceptos vamos a ver qué es el riesgo de crédito.
El riesgo de crédito es, por tanto, la posibilidad de darse una pérdida económica derivada del incumplimiento de las obligaciones adoptadas por acuerdo entre las partes que lo firman. Este concepto de riesgo de crédito está íntimamente ligado a las entidades financieras, pero se podría extender a cualquier empresa, mercado u organismo institucional.
Como hemos dicho antes, el riesgo de crédito puede darse tanto en entidades financieras como empresas, mercados u organismos gubernamentales; y puede ser soportado por distintos agentes económicos, sobre los cuales se puede dividir el riesgo de créditos.
Las empresas soportan el riesgo de crédito cuando, tras la venta a plazo de un producto, el cliente termina no pagando. Para evitar este tipo de situaciones, las empresas lo que hacen es contratar servicios externos que estudian el riesgo de crédito de los clientes que solicitan una compra-venta a plazo.
Las personas físicas soportan el riesgo de crédito aun cuando no están expuestas directamente a él, en muchas de sus actividades más comunes: desde depositar sus ahorros en el banco – asumiendo obligaciones contractuales al abrir un depósito- o trabajar por cuenta ajena – asumiendo el riesgo de no percibir el sueldo-, hasta realizar operaciones financieras de mayor peso.
En la mayoría de países desarrollados existen medidas legales por los cuales se limita el riesgo de crédito de las personas físicas. En el caso de los depósitos bancarios existe el Fondo de Garantía de Depósitos (FGD): y en el caso de impago de salarios existe el Fondo de Garantía Salarial. (FOGASA)
Uno de los productos en que se basa la actividad económica de este tipo de instituciones es la concesión de préstamos tanto a personas físicas como a empresas. Es por ello, que la posibilidad de impago de los mismos sea relativa y comúnmente soportada por las entidades financieras, lo que les obliga a realizar estudios de riesgo de crédito exhaustivo de todos y cada uno de sus clientes. Para tratar de solventar este riesgo de crédito, las entidades financieras lo que hacen es incluir cláusulas adicionales como la cesión de avales personales, que en el caso de impago, cubran la cantidad adeudada. También exigen, cuanto mayor sea el riesgo de crédito, unos intereses mayores por los préstamos.
Además de lo anterior, existen tres formas en las cuales se materializa el riesgo de crédito:
Hoy en día existen algunos tipos de créditos que nos permiten conseguir pequeñas cantidades de dinero para solventar pequeños imprevistos y que, al ser concedidos por entidades de capital privado, no exigen vinculación o antigüedad para aprobar nuestra solicitud. Es cierto que este tipo de prestamistas también conceden financiación a personas con perfiles un poco más arriesgados como personas sin nómina o inscritas en ficheros de morosos como ASNEF, aunque con este tipo de software el porcentaje de créditos concedidos podría aumentar.
Estos micro créditos tienen en cuenta factores como la estabilidad laboral, los gastos e ingresos mensuales o el historial crediticio si lo tuviéramos. Para poder conseguir la financiación que necesitamos es importante solicitar una cantidad acorde con nuestro nivel de solvencia y que nos permita reembolsar el crédito sin problemas.